Nuestro Hospital y nuestra sanidad pública están heridos,
están enfermos.
En marzo de 2011, el Govern de la Generalitat de
Catalunya retiró la autonomía de gestión al Hospital de Viladecans y lo
transformó en un simple apéndice del Hospital de Bellvitge, además de abocarlo
a una infrafinanciación casi insostenible (de los 44 millones de euros gastados
en el 2010, lo cual entonces ya era escaso, a los 37 millones del 2012).
La penosa evolución que viene provocando el desmantelamiento del Hospital de Viladecans, orquestada por el
Govern de la Generalitat, es doblemente condenable:
En 2011, la Conselleria de Salut conocía sobradamente que
este pequeño Hospital de Viladecans ya
venía siendo saneado y optimizado desde el año 2007, lo cual lo transformó en
el Hospital más eficiente del Institut Català de la Salut y en uno de los tres
más eficientes de Catalunya.
Así, el sentido común de cualquier político cuyas directrices
valoraran la buena gestión de la sanidad pública dictaminaría que al Hospital
de Viladecans no se le aplicaran restricciones presupuestarias iguales que a
los demás centros.
Sin embargo, sabiendo "de qué pie cojea", el
Govern de la Generalitat aplicó, sin un ápice de decoro, idénticas medidas de
contención de gasto que las impuestas a los demás centros públicos del Institut
Català de la Salut (éstos, hasta mediados del 2011, no eran gestionados con la
misma austeridad que el Hospital de Viladecans, por lo que disponían de más
margen de maniobra para los ajustes).
Por otro lado, según la Generalitat, un Hospital de
Referencia es aquel "destinado
a resolver prácticamente todos los problemas de salud susceptibles de curación
y mejora, excepto los que requieren recursos tecnológicos de alto nivel o una
práctica altamente especializada".
Teniendo en cuenta que, hasta ahora, Viladecans es el
Hospital de referencia de las cinco poblaciones a él adscritas, es muy chocante saber que el presupuesto per cápita para la atención
hospitalaria hasta el nivel II de complejidad de los cerca de 150.000
habitantes adultos de Begues, Castelldefels, Gavà, Sant Climent y Viladecans sea
de apenas 250 euros/año. Cabe recordar que el
escaso gasto sanitario medio per cápita en España es de cerca de 1203
euros/año.
Es evidente que el ahogo presupuestario y las nuevas
políticas sanitarias vienen haciendo mella a nuestro Hospital. Día tras día, trabajadores y usuarios venimos
percibiendo cambios que obstaculizan y masifican la atención sanitaria.
Como ejemplo, podemos hablar de la reducción del 25% o más, según el periodo del año, de las
camas para hospitalización. A ello, se asocia una directriz de la Generalitat
que impone que se reduzca la hospitalización de pacientes crónicos.
La consecuencia inmediata de estas decisiones políticas
ha sido la reducción del periodo medio en que el paciente permanece ingresado, además
del aumento del tiempo medio de permanencia de los pacientes en el servicio de
urgencias.
Esta es la principal causa del frecuente colapso de las
urgencias, que se han visto obligadas a transformar sus pequeñas habitaciones
individuales en habitaciones donde se "mal ubican" dos personas.
Otra señal inequívoca de desmantelamiento y cambio en
nuestro Hospital y en nuestra sanidad pública es el hecho de que algunas de las
intervenciones quirúrgicas que exigen posterior ingreso empiezan a ser
derivadas a otros centros. Es importante resaltar que, desde hace muchos años, muchas de estas
cirugías se han venido realizando en el Hospital de Viladecans con excelentes y
reconocidos resultados.
Para más INRI, la plantilla del Hospital se ha reducido
poco más de un 10%. Sin embargo, gracias
al apego y soporte de sus trabajadores, la productividad apenas ha descendido
en relación a la que teníamos en el año 2010.
Visto el comportamiento de la Administración desde otra
perspectiva, no podemos dejar de mencionar el oscurantismo que han venido
impidiendo que ciudadanos y trabajadores dispongan de ciertos datos e
información clara respecto al futuro del Hospital de Viladecans.
Así, la falta de información y la percepción de cambios negativos
en la atención sanitaria han provocado que, desde hace cerca de mes y medio, los
ciudadanos que estimamos el Hospital de Viladecans y tenemos clara nuestra
apuesta por una sanidad pública de buena calidad, hayamos emprendido acciones
que pretenden hacer visible y dar a conocer la inestable situación de nuestro
Hospital.
Es imprescindible que cada uno de nosotros se comporte
como multiplicador de la información y, si posible, recoja firmas, cuelgue una pancartas
en su balcón y ponga pegatinas en su escalera y en su tienda, con el lema
"DEFENSEM L'HOSPITAL DE VILADECANS".
Hasta ahora, casi 9.000 personas han firmado,
reivindicando al President de la Generalitat que mantenga el Hospital de
Viladecans como Hospital de Referencia de las cinco poblaciones, además de
pedir que la Generalitat lleve a cabo su proyecto de ampliación, pactado con la
ciudadanía en el año 2008 (adjuntamos hoja de recogida de firmas). Por otro
lado, las pancartas se vienen
multiplicando en los balcones. Hasta donde sabemos, hay cerca de 1000
distribuidas entre los cinco municipios.
Como todos ya sabemos, los alcaldes de las cinco
poblaciones adscritas al Hospital de Viladecans están llamados mañana por la
mañana a una reunión en el Departament de Salud, donde finalmente se les
explicará el futuro del Hospital de Viladecans, así como la cartera de
servicios que ofrecerá a la población y su papel en el mapa sanitario previsto
para el Baix Llobregat.
Si las explicaciones que los alcaldes nos den mañana no
son satisfactorias, el objetivo será alcanzar las 40.000 firmas y las 6.000
pancartas hasta final del año. Además de
programar nuevas acciones de protesta por la degradación de un Hospital que,
hasta hace muy pocos años, causaba envidia en el medio sanitario por sus buenos
resultados clínicos y por su demostrada capacidad de innovar sin renunciar al
mantenimiento de la oferta de adecuados niveles de calidad asistencial.
La sostenibilidad de la sanidad pública catalana y española deben mucho
a la capacidad emprendedora del Hospital de Viladecans.
El ingenio y la valentía de sus
profesionales lo hicieron pionero en muchas soluciones, que, hoy día, vienen
contribuyendo sobremanera con el equilibrio de un sistema sanitario público
que, hasta hace poco, destacaba por su muy buena relación coste-beneficio.
"Cargarse"
el potencial innovador del Hospital de Viladecans es mucho más que destruir un
hospital: es otra de las formas que este Govern de la Generalitat ha concebido
para dinamitar nuestra sanidad pública.
Antes que recortar prestaciones sanitarias,
deberían de empezar su gestión de la crisis, por plantearse medidas contra la
austeridad i ética en la gestión pública, i el control de la corrupción, lo que
evitaría la huida del patrimonio público en manos de políticos y gestores
ineptos y sin escrúpulos.
“DEFENSEM L´HOSPITAL DE VILADECANS”
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